SAN BENITO ABAD
LA MEDALLA - CRUZ



Un Signo Sagrado
No cabe duda que la medalla-cruz de San Benito es una de las más apreciadas por los cristianos.
Benedicto XIV, en marzo de 1742, aprobó el uso de la medalla que había sido tachada anteriormente, por algunos, de superstición y mandó que la oración usada para bendecirla se incorporase al Ritual Romano. La devoción de los fieles y las muchas gracias obtenidas por ella es la mejor muestra de su auténtico valor cristiano.
La medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con gran poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en sí misma sino en Cristo, quien lo otorga y en la fe y la fervorosa disposición de quien usa la medalla.
Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento.
Los Simbolos
La medalla presenta, por un lado, la imagen del Santo Patriarca, y por el otro, una cruz, y en ella y a su alrededor, las letras iniciales de una oración o exorcismo, que dice así (en latín y en castellano):
Crux Sancti Patris Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la cruz santa
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
Numquam Suade Mibi Vana
No sugieras cosas vanas
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
Ipse Venena Bibas
Bebe tú mismo el veneno.
Es una auténtica confesión de fe y de amor a Cristo y una renuncia al diablo.
Crucifijo de la Buena Muerte
El Crucifijo de la Buena Muerte y la Medalla de San Benito han sido reconocidos por la Iglesia como una ayuda para el cristiano en la hora de tentación, peligro, mal y principalmente en la hora de
la muerte, le ha dado al Crucifijo con la medalla, Indulgencia Plenaria.
Quien realmente crea en la santa Cruz, no será apartado de Él y ganará indulgencia plenaria en la hora de la muerte si este se confiesa, recibe la Comunión o por lo menos con el arrepentimiento previo de sus pecados, nombra el Santo nombre de Jesús con devoción y acepta resignadamente la muerte como venida de las manos de Dios.
Para la indulgencia no basta la Cruz, debe representarse a Cristo crucificado.
Esta cruz también ayuda a los enfermos para unir nuestros sufrimientos a los de Nuestro Salvador.